Educar en Violencia de Género: Perspectivas de Marina Subirats

Marina Subirats, una figura prominente en el ámbito de la sociología y la educación, con una trayectoria distinguida como catedrática de la Universidad de Barcelona y exdirectora del Instituto de La Mujer del Ministerio de Asuntos Sociales, ha dedicado una considerable parte de su carrera a explorar y desarrollar estrategias de coeducación para niños y niñas. En una entrevista para BBVA en el marco del proyecto “Aprendamos Juntos”, Subirats abordó con profundidad las problemáticas enraizadas en el sistema educativo y social en relación con la violencia de género, proponiendo un enfoque renovador hacia la coeducación y la desaparición de los géneros.

El Problema del Androcentrismo

Subirats identifica el androcentrismo —la práctica de centrar la cultura, la historia y el pensamiento social en la perspectiva masculina— como uno de los principales obstáculos en la lucha contra la violencia de género. Esta visión del mundo, que posiciona al hombre en el centro de todo análisis y desarrollo social, ha perpetuado desigualdades y prejuicios que se traducen en actitudes y comportamientos violentos hacia las mujeres. Subirats señala cómo este enfoque limitado ha condicionado la educación, la cultura y hasta las expectativas sociales, relegando a las mujeres a roles secundarios y perpetuando estereotipos de género.

Hacia una Cultura Andrógina

La propuesta de Subirats para superar estas barreras culturales y educativas es la promoción de una cultura andrógina, que busca unificar y valorar equitativamente las cualidades y roles tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres. Esta visión andrógina no solo aboga por una mayor libertad para las mujeres de adoptar roles y comportamientos que han sido históricamente masculinizados, sino que también invita a los hombres a explorar y adoptar aspectos del mundo femenino que les han sido negados por construcciones sociales rígidas.

La Importancia de la Coeducación en la Familia

Subirats enfatiza el papel crucial de la familia en la construcción de las identidades de género desde la infancia. La diferenciación temprana, marcada por colores de habitación, tipos de juguetes, y estilos de ropa, inicia un proceso de condicionamiento que fomenta la división y jerarquía de género. La socióloga argumenta que estas distinciones tempranas no solo son arbitrarias sino que también establecen las bases para futuras desigualdades y violencias.

Desmantelando Estereotipos

Uno de los aspectos más nocivos de la educación tradicional de género es la creación y perpetuación de estereotipos, como la idealización del “guerrero” en los niños, que valora la agresividad y desalienta la expresión emocional. Subirats critica la estigmatización de comportamientos que trascienden estos roles tradicionales, como el desánimo de los padres hacia los niños que juegan con muñecas, subrayando cómo estas actitudes limitan el desarrollo emocional y social de los niños y niñas.

Feminismo como Movimiento de Liberación

Subirats concluye con una poderosa afirmación sobre el feminismo, describiéndolo no solo como un movimiento en busca de la liberación de las mujeres de las cadenas del patriarcado y la violencia de género, sino también como una vía de liberación para los hombres. Liberar a los hombres de las expectativas de la masculinidad tóxica y permitirles explorar una gama más amplia de emociones y roles sociales es, según Subirats, esencial para alcanzar una sociedad verdaderamente equitativa y libre de violencia de género.

Conclusión

La visión de Marina Subirats sobre la educación y la coeducación en el contexto de la violencia de género es un llamado a revisar críticamente nuestras prácticas educativas, culturales y sociales. Al abogar por una cultura andrógina y la eliminación de los géneros como categorías restrictivas, Subirats no solo desafía las normas existentes sino que también ofrece un camino hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa, donde la violencia de género pueda finalmente ser erradicada. Su trabajo subraya la importancia de la coeducación, no solo en las aulas sino también en el seno de la familia, como un pilar fundamental para construir un futuro en el que todos, independientemente de su género, puedan vivir libres de estereotipos, discriminación y violencia.

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